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Mostrando entradas de 2018

El candidato

El chico, digo el hombre, parecía amable. Nos cruzamos varias veces al ir y venir de casa, en el ascensor, en la entrada, en fin, en distintas circunstancias. El hombre, alto, más que yo, de cara y sonrisa bonachona, ojos claros y pelo rubio que raleaba en la coronilla, se presenta un día en el viaje desde la planta baja, hasta la suya, en el quinto piso. -Justiniano, soy técnico de comput adoras-. Y me extiende varios papeles, tipo tarjetitas, con sus datos y un teléfono. Genial, tardé poco en googlearlo, y ver su perfil público en Facebook, esa red social donde todo se comparte, desde un plato de comida, pasando por un viaje, hasta un orgasmo. Comento el encuentro y sucesivas charlas con distintas personas, Mariana mi compañera de almuerzo los jueves y viernes, mi psicóloga, y con Flor mi hermana y su amiga, Fer. Entusiasmada imagino que el muchacho es soltero. ¡Un posible candidato! (Qué palabra más antigua, más demodé, “candidato”,¿candidato a qué? ¿A mi mano? ¿A mi amo

Masa Corporal

Todo empezó de la manera más previsible. Ese cheescake que un día le cocinó a Carlos. Y la frase “resistir comiendo cheesecake” que le pareció cómica pero que terminó reflejando el espíritu de su resistencia. Lo que no dijo esos meses, lo comió. Almorzó, cenó, desayunó y merendó diciendo en cada bocado lo que las palabras y la voz le habían arrebatado de los labios. Se premió con cada chocolate, cada plato de pastas, cada trozo de pan. Se castigó con suculentas calorías y sin darse cuenta esa resistencia se empezó a reflejar en su cuerpo que adquiría proporciones más grandes, más inmensas. Mientras el vientre se extendía más allá de su pera, sus pechos, su cola, sus piernas, todo, fue aumentando de tamaño. Refugiada en sus kilos demás logró concretar la venta de su casa, la compra de su nuevo hogar y transitar con su hermano el proceso de su enfermedad y su muerte. No se miraba demasiado al espejo, no era agradable verse el mentón, la papada, la cara hinchada y los ojos –siem

Animación Suspendida

Es hermosa mi gata June cuando medita, cuando su mirada se clava en un punto y permanece inmóvil, llevando en su interior todo el instante presente que se prolonga en un lapso eterno donde todo es armonía y todo es paz. La miro meditando y admiro esa capacidad de abstraerse de todo y fijarse en ese horizonte invisible tan ajena a mí y a todo lo que la rodea. -¡Zoe!- exclama mi vecina de arriba e interrumpe mis meditaciones que acompañan las de June. Miro el libro que había dejado de leer por unos minutos, miro a June y escucho como su madre reta a Zoe por alguna travesura.  Es tan dulce mi vecina. No tiene seis años. Pero es alegre como un cascabel. La conozco desde que nació prácticamente y su madre le gritaba cuando lloraba demasiado. Le acaba de gritar de vuelta. Pobre. ¿Quién nos enseña a ser padres o madres? Pero es tan dulce con su remera de Frida que dice: "Viva la vida" y sus cantos y cómo le gusta últimamente hacer sonar las copas delicadamente para hacer